Daniel Arroyo: “Corremos el riesgo de tener una cuarta generación de excluidos”
Entrevista a Daniel Arroyo
Nacionales06 de diciembre de 2020El Diario VisiónEl Observatorio Social de la UCA informó esta semana que el 44% de los argentinos son pobres.
¿Cómo se llegó a semejante número?
-La situación social es crítica en la Argentina. Hay un dato más complicado que plantea la UCA que es que más del 60 por ciento de los chicos son pobres. Argentina tiene una pobreza estructural, las personas que cayeron en la pobreza en la pandemia, personas que quedaron sin trabajo, en un año muy complejo hemos generado varias políticas sociales de contención. Estamos ante una situación critica. Tenemos 11 millones de personas con asistencia alimentaria. En las últimas semanas el número empezó a bajar, pero es una verdadera situación crítica. Tenemos tres generaciones de excluidos. Tuvimos un joven 15 años que no vio a su padre trabajar. Ese joven ya es mamá o papá. Corremos el riesgo de tener una cuarta generación de excluidos. La pobreza estructural en la Argentina es cerca del 30 por ciento. Si la soja estuviera a 900 dólares y la economía volara, la pobreza se frenaría cerca de ese número.
-¿En ese contexto, alcanzan los $63 mil millones que invertirá el Estado en contención social para que no haya un estallido en diciembre?
-En la Argentina no hay condiciones para un conflicto social, no hay ánimo, hay mucha gente que está angustiada. Diciembre siempre es complejo, porque nos miramos en el espejo del año. Los pilares de la sociedad son el trabajo y la escuela y la pandemia los interrumpió. En los barrios no hay grieta: hay un cura, un pastor, dirigentes sociales. Todos están viendo el tema alimentario y cómo se reconstruye el tema del trabajo. Ahora duplicamos el monto de la tarjeta alimentaria. Además, reforzamos las partidas para merenderos, comedores y un bono para personas que están En el Potenciar Trabajo y un bono para los beneficiarios de la AUH. De todos modos, el mes más duro para las familias es el mes de marzo porque ahí se conjugan los gastos del verano, la baja de changas y se agregan todos los costos de la vuelta a clases. Siempre estamos mirando diciembre, pero marzo es más difícil.
-¿Qué tiene que pasar para que la asistencia alimentaria vuelva a la situación previa a la pandemia?
-Pasamos de 8 millones a 11 millones de asistentes a comedores. Va a pasar mucho tiempo para que vuelvan a ser 8 millones. Está claro que la situación social es mucho más crítica y que el costo de los alimentos es un problema grave en la Argentina. Desde hace 4 semanas ha bajado sostenidamente. Hay más changas en los sectores de la construcción y en el textil; hay más apertura, sobre todo en el conurbano bonaerense. Es una baja que no es significativa aún. Tenemos un serio problema de calidad nutricional: hay mucho fideo y arroz y poca verduras, frutas y carnes. Necesitamos que los chicos coman mejor, para que tengan mejores condiciones y un mejor desarrollo.
-¿Y en marzo, el mes más complicado, qué va a pasar?
-Va a tener mucho va a tener con el nivel de apertura económica que haya. Creo que se reactiva la economía informal y después la formal. Veo que hay una mejora lenta.
-En semejante contexto el Gobierno discontinuó el IFE.
-El IFE marcó el verdadero nivel de informalidad que hay en la Argentina. Hay entre 15 y 16 millones de personas que se beneficiaron con él; 9 millones de familias. Marca el verdadero nivel de informalidad del país. Se pagaron 3 IFE. Hay una parte importante de la gente que la tienen más complicada: los jóvenes y los nuevos pobres, los que se quedaron sin trabajo. Por eso generamos el Plan Potenciar Inclusión Joven para jóvenes de 18 a 29 años, becas de $8500 por 12 meses para proyectos productivos, culturales y educativos y para que terminen la escuela secundaria.
-Usted dice que el problema más grande es el endeudamiento de las familias y el costo de los alimentos. ¿Cómo se combaten?
-Sacando el problema del trabajo y el coronavirus, el endeudamiento y el costo de alimentos son los temas más críticos. La última medición de inflación del INDEC de la canasta de alimentos fue de 4,8. En nuestro propio INDEC barrial era más alta. Tiene que ver con la cuestión externa, con el dólar, con que somos un país que produce alimentos y exporta a la vez. Hay acercar al productor y al consumidor. Apuntamos a tener 400 mercados centrales y a que los pequeños productores puedan producir. El endeudamiento tiene varios factores, más del 40 por ciento de la gente no accede a créditos bancarios. En los barrios la gente recurre al financista de la esquina al 200 por ciento anual. Tiene que pedir un recrédito para poder pagar. Encaramos un mecanismo de crédito no bancario al tres por ciento. Queremos extenderlo mucho para que puedan comprar máquinas, insumos y apoyar a las 6 millones de personas que trabajan por su propia cuenta.
-¿El Gobierno no minimizó a ese universo con una cuarentena tan larga?
-Estoy convencido de que los actores de la economía popular son una mayoría muy creciente en la Argentina, son actores centrales de la economía argentina. Pagan impuestos y mueven la economía. El presupuesto de Desarrollo Social se dedica en un 80 por ciento a la asistencia alimentaria y un 20 por ciento al trabajo. El año que viene va a ser 50-50; con el trabajo en la urbanización de 400 barrios populares y 800 jardines maternales. Queremos generar 300 mil puestos de trabajo.
-Me refería a la cuarentena.
-La pobreza llegó al 40.9 en el primer semestre. Midió 34 en el primer trimestre y luego llegó a 47 en el segundo -abril, mayo, junio-con la economía muy cerrada. Fue una situación muy crítica como una pandemia. Las últimas 4 semanas hubo más movimiento en el sector de la construcción y en el textil. Acompañar la cuestión sanitaria generó problemas para los cuentapropistas.
-¿La discusión por la legalización del trabajo no complica el trabajo con la Iglesia, que en algunos barrios suple la ausencia del Estado?
-La Iglesia llega adonde el Estado no llega en muchos casos, como las organizaciones sociales. No complica el tema del aborto. Hay un compromiso muy fuerte de los curas con la cuestión social. Hay una legitimidad de la Iglesia muy fuerte. Mas allá del tratamiento del aborto hay un compromiso. No modifica en nada la situación. Al revés, en diciembre se trabaja muy codo a codo.
-El Padre Pepe di Paola dijo que la legalización del aborto no es un tema ni las villas ni en las provincias. ¿Usted coincide?
-En los barrios el tema central es que la plata no alcanza. Es ver las dificultades del tema alimentaria, que haya más changas. Eso domina a un barrio. Hay mucha predisposición a la reconstrucción. Hay varios temas y las agendas son muchas. Lo que predomina es la cuestión de la reconstrucción del trabajo.
-El Presidente avaló la idea de Juan Grabois de urbanizar en tierras fiscales. En rigor, hay muchos asentamientos que están en terrenos del Estado. ¿Parte de la solución son las tierras fiscales?
-En el fideicomiso (para financiar la urbanización de villas, que tiene a cargo su ministerio) está la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Con los barrios populares tenemos tres realidades. Una son los barrios que están sobre terrenos fiscales, en ese caso más fácil que tengan la titularidad de la tierra y que la vayan pagando paulatinamente. Hay una segunda situación que son los están sobre tierras privadas y hay que revisar los mecanismos de compras e ir al proceso de urbanización. Y después están los asentamientos donde hay problemas técnicos y están en zonas inundables, donde no es posible regularizar la situación. En la Argentina vamos hacia un banco social de tierras, que significa identificar la tierra del Estado, cuál es productiva y dónde hay asentamientos. La Argentina tiene que tener una desconcentración territorial y las tierras fiscales ayudan en esa línea.
-Usted apoya la creación de un salario universal, pero el Gobierno por ahora lo descartó.
-La Argentina tiene que ir a un ingreso social ciudadano, un ingreso que sirva como base de reconstrucción. No es que me parece a mí, lo dice la Cepal, lo están haciendo en España y en Alemania. Está muy instalado. Tenemos que ir caminando hacia ese lado. Estamos llevando el Potenciar trabajo. Todo apoyo económico tiene que tener una contraprestación por el trabajo.
¿Dificulta que haya sectores que hablen de planeros para ampliar esas políticas?
-Entiendo muy bien a aquel que está pagando impuestos, la tiene complicada y quiere saber qué pasa con los demás. Hay que entender que en la Argentina todos trabajan. En los comedores, el grueso de las personas que tienen programas sociales trabaja. Todo apoyo del Estado tiene que haber una tarea de parte del que lo recibe. Va a achicar esa distancia. Estamos haciendo un cambio profundo, ahora tienen que trabajar.
-¿Su ministerio está loteado o es el que mejor representa al Frente de Todos?
-Recorrí varios paises y evalué ministerios de Desarrollo Social. Siempre pedí que mostraran el Presupuesto. Nosotros este año ejecutamos el 300 por ciento del presupuesto. Arrancamos con un presupuesto de $84 mil millones y terminamos con un presupuesto de $240 mil millones. Marca que el Presidente cumplió cuando dijo que empezaría por los últimos y también el nivel de deterioro, pero marca a un ministerio que está unificado. En un área loteada no hay manera de ejecutar de este modo. La diversidad, que es propia del Frente de Todos, está en el ministerio y eso enriquece la mirada.
-Los ministros y funcionarios de todos los gobiernos declaran en muchos casos patrimonios millonarios. ¿Entienden qué es la pobreza?
-La política ve poco a la pobreza y a los invisibles de la Argentina, los que están los merenderos. Está claro que hace falta mayor conexión entre política y el dolor. No creo que tenga que ver con el patrimonio o si los funcionarios de los gobiernos han sido pobres o no. Tiene que ver con la tarea de la política. Solo puede o solo debería hacer política el que ve el dolor del otro. Cada dos por tres salgo de comedores y barrios contracturado, con dolor de cabeza, convivo con el dolor. Solo deben participar en política aquellos que vean el dolor del otro.
Fuente: Clarín